(...) Otra voz que debemos tener presente, si queremos "tomar la medida" a las razones y repercusiones de la aparición de las ficciones de superhéroes a partir de la meta-ficción desarrollada en Watchmen, es la de la confesión de Hollis Mason en su autobiografía de héroe enmascarado. Además de ofrecernos sus recuerdos de juventud acerca de la transición de las historietas "pulp" a las historietas de superhéroes, Mason se arriesga a hacer una exploración del género que no se limita a presentarlo como "fenómeno de entretenimiento de masas". Su juicio permanece atento a otra clave que nos interesa más: la de las interpretaciones morales que sustentan la figura de los protagonistas de esas historietas desde la posición histórica compartida por lectores y autores:
"Todos aquellos brillantes detectives y héroes [dice Mason refiriéndose a los protagonistas de los tebeos pulp] me permitieron vislumbrar un mundo perfecto, en el que la moralidad funcionaba como debería hacerlo siempre" [p. 5 de Bajo la máscara]. Tampoco duda en señalar un cierto vínculo genealógico entre sus lecturas "pulp" de adolescente y las lecturas de la Biblia de su abuelo: "La noción del bien y la justicia que me inspiraba Lamont Cranston [la Sombra], con su sombrero y sus pistolas automáticas resplandecientes, me parecía muy alejada de la imagen del viejo feroz y taciturno que recuerdo sentado en su granja de Montana, sin otra compañía que su Biblia, pero estaba seguro de que si los dos se hubiesen conocido hubiesen tenido de qué hablar".
Resultados de la primera intevención de un "justiciero enmascarado" émulo de Superman. Entre todas las "simetrías" de Watchmen, se descubre una gran asimetría: la que impide atravesar el umbral entre el "afuera" y el "adentro" del espectáculo superheroico sin que medie una intervención cruenta, que convierta a los superhéroes (sobre el papel) y a sus imitadores (fuera del papel) en piratas o "payasos disfrazados".
(...)
La importancia sociológica de los protestantismos en la Nación norteamericana mantuvo vigente hasta el siglo XX, en contradicción con el deísmo de los Padres de la Nación norteamericana y sacando partido de la "libertad religiosa" de la Primera Enmienda, la creencia en un Dios que vela para que en los acontecimientos históricos los justos prevalezcan sobre los inicuos, según su propia Justicia, infalible e inescrutable -por eso nos referiremos a ella con mayúscula inicial. (...) La aparición de los cómics de superhéroes es un fenómeno propiamente norteamericano, derivado de un cruce contradictorio entre las tradiciones religiosas y morales -predominantemente protestantes- de su sociedad civil y el hecho de que la Nación política norteamericana se constituya ya y tenga que abrirse lugar en la historia universal sobre la vorágine de unos tiempos que preparan la "muerte de Dios" y la "desvalorización de todos los valores", y por tanto, el desfondamiento de su propia "moral a la americana" y el colapso de su interpretación moral del mundo dominante. (...) A los del "Sueño americano" se les aplicaría lo que dice el refrán "a Dios rogando y con el mazo dando (sobre el ataúd de Dios)": porque mientras "América" sigue insistiendo retóricamente -por medio de historietas ilustradas, películas, buenas conciencias y sermones religiosos- en la posibilidad de librar de la erosión de la "atmósfera postmoderna" su común interpretación moral del mundo, su orden de "valores democráticos americanos" y sus garantías, más allá de esa retórica de propaganda el mismo proyecto político universal de los Estados Unidos no puede sino afianzarse, necesaria y materialmente, en la promoción de las condiciones históricas, económico-sociales y tecnológicas en las que el desfondamiento de todos los "valores" y la pérdida de toda divinidad se hacen inevitables en el horizonte. De esta manera, la nave americana, en la que muchos tienen un pie puesto como "modelo contemporáneo a seguir" -aunque no sea el único-, al final también nos sume igualmente en la nada, mientras que nos permite esquivar provisionalmente el inminente naufragio achicando agua con un cubo. (...) Así habla de esa efectiva "pérdida del sentido" en la aparente victoria del "Modo de vida americano" un enmascarado retirado:

Una respuesta "popular" a esta contradicción que señalábamos, condicionada por la alfabetización de las masas del país y la sobreabundancia capitalista en el mercado de la prensa escrita y las publicaciones a color, vendría a quedar inaugurada por el paso de las historietas "pulp" al género de los superhéroes y el definitivo asentamiento de estos segundos, que siguen atrayendo a nuevos lectores después de cerca de setenta años. No sabemos por qué Superman, el primer superhéroe, calcó su nombre inglés del alemán de la figura post-moral pintada por Nietzsche, que ya no conoce nada ni de un "Dios" ni de los límites o deberes de un "Hombre": el Übermensch, el Superhombre -o "Ultrahombre", precisarían algunos. Y no lo sabemos porque, antes de que podamos saberlo, se nos alcanza pensar que ese Superman no representa sino un giro de tuerca más -un giro "pop", en este caso- en la dirección metafísica de la búsqueda de "Dios" y el "Hombre (americano)", reunidos en un nuevo aseguramiento fundamental del uno por el otro. Porque, por supuesto, esta respuesta del Superman no tendría viabilidad histórica sin que el hombre americano se hubiese quedado a la espera de un Dios (americano), convertido por la libertad de culto de la mayoría protestante norteamericana -y la minoría judía integrada- en "aliado" y "protector" de las empresas históricas americanas y su "modo de vida": la doctrina del "Destino manifiesto".
(...) Éste es el proceso que discurre bajo el paso del género de superhéroes al género de piratas, la deriva que acaba siendo presentada de nuevo, a su manera, en el juicio que Rorschach y el Comediante comparten sobre sus coetáneos y la desmoralización de su circunstancia [VI, 15]. Dice Rorschach: "(...) Él [el Comediante] era quien mejor lo entendía todo. De la gente. De la sociedad y de lo que está pasando. (...) Entendía la capacidad del hombre para causar horrores, y nunca se retiró. Vio el interior oscuro del mundo y nunca se rindió". (...)
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